El pasado 24 de noviembre se celebraban los 30 años del fallecimiento del cantante de Queen, un artista que ha pasado a ser leyenda y cuya voz inigualable continúa sonando y emocionando en todo el mundo. La figura de Freddie Mercury no ha dejado de ser recordada a lo largo de estas tres décadas.
El espíritu de Freddie Mercury, quien perdió la vida a los 45 años, sigue muy vivo también para las personas que lo conocieron y que mantuvieron una estrecha relación con él. Y no solo gracias a su música o recuerdos personales sino a la cesta de Navidad que cada año, desde que murió, les sigue llegando a casa.
La generosidad del cantante ha traspasado los límites de la vida y la muerte. Mercury encargó a los grandes almacenes Fortnum & Mason, uno de los más prestigiosos de la capital británica, que tras su fallecimiento se entregaran cada año, y en su nombre, diversas canastas de Navidad a aquellos amigos cuyos nombres dejó escritos en una lista, una misión que la compañía ha cumplido religiosamente desde hace ya tres décadas.
Así lo ha publicado el diario Daily Mirror, afirmando que estos amigos íntimos del artista no han dejado de recibir su obsequio en ninguna de las últimas 30 navidades. La tienda encargada de mandar los lotes no ha querido revelar su contenido ni tampoco los nombres de los afortunados que continúan recibiendo regalos de Freddie Mercury desde el más allá.
Los almacenes han cumplido el encargo y todavía hoy, 30 años después del fallecimiento de Mercury, hacen llegar ese obsequio a quienes fueron sus amigos más íntimos. “Creemos que se trata de un gesto encantador que se repite cada año”, confirmó un representante de la compañía al citado medio.
“Un pequeño regalo, un detalle, un gesto… Creo que a veces tienen más valor que si alguien te comprara el Big Ben”, bromeaba el músico en una de sus últimas entrevistas en televisión.
El líder de Queen dejó atados todos los cabos para que ninguno de sus familiares y seres queridos se viera privado de su generosidad. Su mansión y la mitad de su fortuna fue heredada por su ex pareja, Mary Austin, quien se convirtió en su mejor amiga una vez que el cantante comenzó a salir con su último novio, Jim Hutton; fallecido el 1 de enero de 2010 a causa de un cáncer de pulmón. Tenía 61 años.
El viernes 22 de noviembre de 1991 redactó junto a Jim Beach, manager de Queen, una breve carta que difundió la mañana siguiente. “Deseo confirmar que he dado positivo en las pruebas del virus y que tengo sida”, decía el informe. Nadie podía suponer que al legendario cantante le quedaba solo un día de vida.
“Tras las enormes conjeturas en la prensa durante las dos últimas semanas, deseo confirmar que he dado positivo en VIH y que tengo SIDA”, anunció el cantante, pidiendo respeto a su vida privada. Solo un día más tarde falleció, a los 45 años, en su casa de Logan Place, en el acomodado barrio londinense de South Kensington.
Tras su fallecimiento, los restos de Mercury fueron incinerados y su ex pareja Mary Austin (a quien llamó el “amor de su vida” en la canción “Love of my life”) los llevó a un lugar que nunca ha hecho público. En 2013, pareció resolverse el enigma. Una pequeña placa aparecida en el cementerio de Kensall Green, en el oeste de Londres, parecía señalar el lugar donde sus restos fueron depositados. El texto de la placa de bronce decía: “En memoria amorosa de Farrokh Bulsara. 5 Sept. 1946 – 24 Nov. 1991″ (las fechas de nacimiento y muerte del cantante) y estaba firmada por “M”, aparentemente en alusión a Mary Austin.
Pero solo unas semanas después de que la prensa británica difundiese ese descubrimiento, la chapa desapareció, sin que se haya vuelto a saber de ella. Como dijo la propia Austin en una entrevista, “él quería que fuese un secreto y así seguirá siéndolo”.