Se trata de Analía, una mujer que tuvo fiebre hemorrágica y el plasma de su sangre ayuda a las personas que tienen la misma enfermedad infecciosa a transitarla de la mejor manera posible
Cuando de héroes se habla, no hay que ir muy lejos del territorio bonaerense para encontrar habitantes dispuestos a ayudar a la comunidad. Este es el caso de Analía, que contrajo la enfermedad cuando apenas tenía apenas 6 años en 1981 en Acevedo, un pueblo rural cercano a Pergamino.
«Se ve que me contagié jugando en el campo; levanté una fiebre leve y mi mamá me dio una aspirineta; al rato me encontró en un charco de sangre y salimos corriendo al hospital”, recuerda Analia.
La mujer rememora también que en ese momento “muchos chicos no se curaban y varios quedaban con secuelas neurológicas”, pero afortunadamente ella se recuperó por completo y sin secuelas.
La primera vez que donó, le informaron sobre su condición y la posibilidad de ayudar a otras personas a curarse con el plasma de su sangre. Según explica el asesor del Instituto Provincial de Hemoterapia, Rodrigo Sosa, su caso tiene particularidad que la convierte en única hasta el momento: “Cuando se estudia el plasma se mide la cantidad de anticuerpos contra el virus que esa persona tiene en sangre, a ese valor se le llama ‘título’; en promedio, los donantes tienen 120 de título, pero ella tiene 5.200”.
Fue en el 2020 cuando se inscribió como donante y desde ese entonces, cada dos meses, se acerca al hospital provincial Narciso López de Lanús, que es el que le queda más cerca, para ofrecer su plasma sanador.
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